jueves, 29 de noviembre de 2012

Estás que te vas y te vas y te vas y no te has ido.


Por: Luis Villarreal Gil  Twitter: @luisvillarrealg

A pocos días de la salida del Presidente de la República, Felipe Calderón, la expectativa en torno al próximo Gobierno crece de tal manera que la transición se ha convertido en la esperanza de millones de mexicanos. Significando un cambio de rumbo en la gobernabilidad de nuestro país, que transita por una lamentable situación derivada de múltiples causas originadas por estrategias fallidas y toma de decisiones equivocadas en la búsqueda de la legitimación y reconocimiento de un régimen que resulto un grave retroceso en el desarrollo de nuestra nación, desatando una ola de violencia e inseguridad inenarrable.

En el año 2000, la transición en el gobierno de la republica se dio en un escenario en donde las circunstancias de descontento social, corrupción, abuso y deplorables condiciones de vida culminaron con el poder de un partido que de manera hegemónica lo había mantenido por más de 70 años. La llegada de Acción Nacional se da no por haber contado con la mejor plataforma o alternativa electoral o siquiera el mejor candidato -Vicente Fox fue un candidato que causó sensación, no por sus capacidades políticas o de estadista, sino por sus ocurrencias y controvertida forma de actuar-, es decir, lo que motivó a la gente a votar en esa elección fue que el PRI no siguiera gobernando.

Derivado de esto, los gobiernos emanados del PAN gobernaron al país a prueba y error, improvisando políticas públicas y acciones de gobierno que no estuvieron a la altura de las principales demandas de los mexicanos. Entonces, aquel “cambio” tan pregonado y tan anhelado por todos, se tornó de manera negativa. A los gobiernos del PAN les bastó sólo llegar al poder para replicar las acciones del sistema al que tanto criticaron, en donde, por la falta de una estrategia precisa, una plataforma bien definida, ambición, incapacidad u omisión, terminaron inmersos en las mismas prácticas, pero a un costo mucho más elevado, con más de 50 millones de mexicanos en pobreza, más de 60 mil muertos de una guerra de nadie más que de Felipe Calderón, en la que no se obtuvieron resultados en el combate al narcotráfico y el crimen organizado. Lo que sí se logró, además de muertos, fue el desaliento de las inversiones extranjeras en nuestro país, el cierre de empresas, una imagen de terror a nivel nacional inhibiendo el turismo, entre otros muchos flagelos que quedaran pendientes para la administración entrante. Ahora sí que “estábamos mejor cuando estábamos peor”.

Si el régimen del PAN fue acertado o no, la historia se encargará de juzgarlo. Lo cierto es que Felipe Calderón llevará a cuestas fantasmas que lo perseguirán por el resto de su vida: los reclamos de todos esos niños que quedaron sin padres, de todas esas esposas que quedaron desamparadas, de todos esos padres que no saben dónde están sus hijos, de todos esos niños que con su inocencia tienen que lidiar día con día con el olor a muerte, esto en el plano social. Como militante de su partido, deberá ser llamado a cuentas por haber perdido el poder, digo, hasta Vicente Fox lo mantuvo, y eso sí ya es mucho decir.

Ante esto, y en un afán de recuperar un mínimo de percepción positiva ante su salida, dio inicio a su “gira del adiós”, en la que acudió a Durango para vanagloriarse por los avances en la construcción de la súper carretera Durango-Mazatlán. Una magna obra, sin duda, pero que ha sido esfuerzo de varias administraciones y en particular de los gobernadores de ambos Estados. Para Durango, el sexenio de Felipe Calderón transcurrió en el olvido y el abandono. Si de él hubiese dependido, esta obra no hubiera sido ejecutada, vergüenza debería de darle pisar siquiera tierras duranguenses.

Ante esto, no queda más que reconocer la labor y la firmeza del Gobernador Jorge Herrera Caldera que, no obstante el sesgo político mantenido hacia Durango por el Gobierno Federal, mostró siempre respeto y amplia visión, con altura de miras en la gestión de recursos para aminorar y hacer frente a las principales problemáticas y demandas de los ciudadanos, así como la incorporación de nuestro Estado en el ámbito industrial, comercial y turístico en el plano nacional e internacional.

La esperanza está centrada pues en el presidente electo a pocos días de su toma de posesión. Las muestras de voluntad política de su parte para nuestro Estado han sido claras. Es notorio un fuerte vínculo de colaboración entre nuestro gobernador y el próximo presidente, por lo que se augura que Durango será el Estado predilecto del sexenio de Enrique Peña Nieto.
 

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