jueves, 11 de octubre de 2012

De la decadencia ideológica al poder fáctico

 
Por: Luis Villarreal Gil                                       Tw: @luisvillarrealg
 
En la actualidad hay un grave desencanto de la sociedad moderna hacia los partidos políticos, a sus actores y por ende, a la cosa pública o instancias de poder. En un país en donde la democracia ha resultado efectiva en sus mecanismos más no así en la representación de los diferentes sectores sociales ni mucho menos de la mayoría absoluta, el ciudadano ha perdido totalmente la confianza ante los procedimientos de selección, y, cualquiera que sea el caso, no se siente respaldado, mucho menos representado por quienes adquieren tal responsabilidad ante los métodos legalmente establecidos.
 
Esto ha llevado a mermar la participación a la hora de sufragar: el voto ha perdido sentido, puesto que para la mayoría de los mexicanos, sea quien sea el candidato ganador en el proceso electoral que se trate, su situación social y económica sigue siendo exactamente la misma. Si a esto le sumamos decisiones gubernamentales equivocadas, pobreza, violencia, inseguridad, desempleo, etc., es comprensible o de fácil entendimiento el aceptar que el ciudadano tiene toda la razón de sentirse apartado de la representación, tal como si la clase política y la sociedad fueran dos cosas total y completamente disímiles.
 
La situación que trato de contextualizar en estas líneas es multifactorial y responde a diversas situaciones particulares de cada proceso, de cada estado, de cada región, o actores políticos que, sin embargo, se engloban en un sentir colectivo de molestia y abandono.
 
Ante esto, la responsabilidad que tenemos los partidos políticos y las nuevas generaciones, es de ahondar más en las necesidades de la gente con propuestas y acciones encaminadas a soluciones integrales a fin de acortar la brecha existente entre sociedad y clase política. Es necesario implementar estrategias de acercamiento y vinculación ciudadana que generen un estrecho compromiso al margen de la demagogia y el condicionamiento electoral. Es necesario también, fortalecer y privilegiar la identidad ideológica de los partidos puesto que todo instituto político en esencia sustenta su actuar en los postulados que le dieron origen, lo cual a su vez da cauce a la militancia que se siente identificada con tal o cual propuesta o alternativa política.
 
Esto lo traigo a colación dado que en los últimos procesos electorales se han generado alianzas entre partidos políticos con nula coincidencia ideológica, en donde el único objetivo es la búsqueda del poder por el poder mismo, e incluso con candidatos de un partido diferente a los que participan originalmente en dicha unión. Ejemplificando lo antes expresado, puedo mencionar la alianza del PAN, un partido de derecha defensor de la vida, los valores y surgido de las bases católicas, con el PRD, una ramificación de la revolución institucionalizada de izquierda, impulsora del aborto, liberal a todas luces, entre otras muchas diferencias que han quedado claras al no haber podido siquiera generar acuerdos parlamentarios en las diferentes legislaturas y peor aún, con un candidato emanado del PRI como fue el caso de Durango en 2010, en donde José Rosas Aispuro Torres, priista resentido, encabezó dicha alianza de estos partidos por la gubernatura del Estado. En una sociedad de por sí azotada por graves flagelos que impiden su desarrollo, no pueden los partidos ser promotores de falta de credibilidad y confianza al no definirse y defender su postura, sino que, por el contrario, pactan con partidos de diferentes principios, no con un fin social ni de progreso sino como experimento político con el propósito de mantener o hacerse del poder para seguir obteniendo prebendas y prerrogativas.
 
Mientras como partidos no se tenga el respeto por la militancia, el ideal y los documentos básicos de cualquiera que se trate, no podemos exigirle seriedad y participación al ciudadano que ante estas situaciones se confunde y cae en la percepción de que los partidos han dejado de tener como principal objetivo la gente y el desarrollo de nuestro país sustituido por la búsqueda del poder y su subsistencia a toda costa.

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