lunes, 9 de junio de 2014

El "bullying" se erradica en casa

Por: Luis Villarreal Gil
@luisvillarrealg


En días pasados, el 20 de mayo para ser exacto, tras haber permanecido algunos días en el hospital a causa de agresiones sufridas por sus propios compañeros de escuela, se registró la muerte de Héctor Alejandro Méndez Ramírez, un estudiante de  Cd. Victoria Tamaulipas, esta situación, aunada a otras tantas que circulan a través de las redes sociales y los medios de comunicación, obligó a las autoridades y la sociedad en general a poner especial atención en cuanto a este tipo de violencia o acoso que si bien ha existido siempre, hoy es el foco de atención derivado de su socialización mediante la difusión de que es objeto, dadas de las herramientas tecnológicas que permiten documentar testimonio de lo ocurrido.

Este fenómeno, establecido por el profesor Dan Olweus como –bullying- mismo que lo definiría como: “situación en la que un alumno es agredido o se convierte en víctima cuando está expuesto, de forma repetida y durante un tiempo, a acciones negativas que lleva a cabo otro alumno o varios de ellos”, del cual al día de hoy no existen datos certeros que indiquen su incremento exponencial, máxime cuando años atrás pasaba inadvertido por considerársele una conducta un tanto “normal” inherente al desarrollo de la juventud y adolescencia, en donde quien era víctima de acoso escolar difícilmente era detectado por sus maestros e incluso por sus propios padres.

En últimas fechas, lo que se ha incrementado es su difusión, la documentación de hechos violentos entre los estudiantes que abundan a través de la red, así como su socialización y reconocimiento tanto de alumnos como de padres de familia y personal docente como un verdadero problema social, en donde, a decir de las autoridades educativas, una cuarta parte de la población estudiantil de educación básica, padece de algún tipo de violencia ya sea física o verbal de forma reiterada causada por sus compañeros de escuela.

Lo que es muy lamentable es que así como el joven Héctor  deben existir miles de casos que aún no han sido detectados y que de alguna u otra forma siguen sufriendo de algún tipo de violencia, que mal que haya tenido que ocurrir la muerte de este joven para poner atención a una problemática tan arraigada y de nefastas consecuencias para quien la padece, para erradicar esta práctica, es necesario trabajar primero en los principales involucrados; la víctima y el acosador; la víctima, según la investigación del profesor Dan Olweus, suele tener baja autoestima, minusvalía, falta de confianza en sí mismo, en sus padres y maestros, el acosador, refleja una conducta agresiva de rebeldía por múltiples factores pero externada de forma violenta en contra de sus compañeros, unos y otros, tienen origen en el hogar, como padres de familia somos responsables en gran medida de la formación de nuestros hijos, si son violentos o son tímidos, si son agresivos o desconfiados es porque eso es lo que han desarrollado en el seno familiar, lo que ven, lo que escuchan, lo que juegan en el Xbox, lo que hacen en internet, el ejemplo que les damos es como los predeterminamos para enfrentar la vida en sociedad.

Las autoridades educativas en coordinación con expertos en temas psicológicos, sociales y docentes, deberán de implementar medidas preventivas y correctivas tanto para la identificación de problemas como para su oportuna solución y castigo para quien incurra en esta práctica, sin embargo, somos nosotros los padres de familia en quienes recae la gran responsabilidad de preparar a nuestros hijos para que puedan defenderse, para que tengan el valor de denunciar y para que puedan llevar una sana convivencia en el marco del respeto a las diferencias entre unos y otros, la clave del éxito para erradicar esta práctica es el amor, la confianza y el ejemplo de respeto en casa, no soy un experto, soy un padre de familia de un adolecente.

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