“Todos piensan en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí
mismo”. Alexei
Tolstoi
Por:
Luis Carlos Villarreal Gil twitter:
@luisvillarrealg
Recuerdo en el año 2000
cuando yo apenas iniciaba a inmiscuirme en el ámbito político e interesarme por
las causas sociales, se levantó una gran expectativa ante “el cambio” que
utilizara como bandera el Partido Acción Nacional y en donde su candidato a la
Presidencia de la Republica, en aquel entonces, Vicente Fox, logró “venderse”
como alternativa ante la desesperanza, el hartazgo y la desesperación de un
país afligido y sumido en circunstancias sociales adversas. Fuimos los jóvenes
de aquel entonces (como generación), revolucionarios, inquietos, exigentes de
un futuro promisorio y quizá hasta algo ingenuos quienes ante la necesidad
precisamente de un cambio logramos por la vía democrática terminar con un
régimen que por más de 70 años había conducido el destino de nuestra nación.
Derivado de ello transcurrieron dos sexenios de gobierno en
manos del PAN, el de Vicente Fox que pasó desapercibido entre la corrupción, la
burla y la desfachatez que lo caracterizaron y el de Felipe Calderón en el cual
los resultados fueron catastróficos: elevados índices de pobreza - según el
informe de evaluación de la política de desarrollo social 2012, elaborado por el
CONEVAL, de 2006 al 2012 se incrementó la cifra de mexicanos en esta condición
a razón de 3 millones 155 dando un total de 51 millones 993 mil personas en esta situación-
a esto hay que sumarle la violencia e inseguridad desatada por las equivocadas
estrategias en el combate al narcotráfico lo cual trajo como único resultado un
saldo superior a los 70 mil muertos, desempleo, nulo crecimiento económico,
etc.
Ese es “el cambio” que trajeron los gobiernos del PAN, un
cambio que se convirtió en la tragedia de miles de familias que perdieron a un
ser querido en la fallida “Guerra contra el Narco”, un cambio que trajo consigo
la desesperanza de millones de padres de familia que se ven en la incapacidad
de llevar el sustento a sus hogares ni siquiera para poder cubrir lo mínimo
indispensable ya no para una vida digna, sino para el diario vivir, la
alimentación de sus hijos, mucho menos para proveerles de una educación de
calidad que les bride al menos la esperanza de salir adelante y cambiar de
condición en un futuro próximo, un cambio en donde la falta de oportunidades y
espacios de desarrollo educativo, económico, cultural, deportivo, etc. tiene a
nuestros jóvenes a merced de la delincuencia organizada sumidos en las
adicciones o bien integrados en sus filas.
Está en evidencia pues que
Acción Nacional no sabe gobernar, su participación ha sido en base a intereses
mezquinos personales o de grupo en la búsqueda del poder por el solo hecho de
ostentarlo, no han encontrado siquiera al interior de sus filas la concertación
de acuerdos o la voluntad política como así lo refleja la situación conflictiva
que se sostiene en la dirigencia nacional, o que decir del abandono del 80 % de
su militancia en la pasada afiliación que no se refrendó con el blanquiazul.
Ante esto, en Durango pareciera
una burla para la sociedad que el candidato a la alcaldía por el Partido Acción
Nacional Jorge Salum, sustente su campaña en el ofrecimiento de “un cambio” aún
y cuando las circunstancias arriba descritas forman parte de una realidad aún
latente, sensible y de alcance nacional que llevará tiempo revertir.
Y es que resulta paradójico
y un tanto incongruente, ofrecer un cambio cuando la vida interna democrática
del PAN ha quedado en entredicho tras las pretensiones de Víctor Hugo Castañeda
de favorecer al grupúsculo que ha conformado, ¿cómo es posible creer en un
cambio si han prostituido su ideología entregándose a un partido infestado de
corruptelas y prácticas turbias como lo es el PT?, ¿cómo tratar de convencer de
que este “cambio” resultará favorable, cuando Gonzalo Yañez se ha convertido en
el principal protagonista de esta “Alianza de Facto” y es por todos conocido
como un político “vendido”, de malas mañas que se ha enriquecido a costa de las
necesidades de la gente?
El equivocarse es de humanos
y es inherente al desarrollo del hombre en cualquiera de sus facetas pretender
cambiar para bien, pero un cambio sin sustento, sin un rumbo claro bien
definido, trae consigo consecuencias adversas, y esto resulta peor cuando quien
termina pagando la factura es precisamente el ciudadano. Entonces ¿cambiar para
beneficio de quien y a qué precio? Ese es el cuestionamiento que se deberá
hacer el elector en los próximos comicios, la memoria política y las
condiciones en las que actualmente vive la gente serán el factor determinante.
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