miércoles, 20 de febrero de 2013

Consumismo: explotación de la naturaleza.

 
Por: Luis Villarreal Gil   Twitter: @luisvillarrealg
 
Se ha preguntado alguna vez estimado lector, ¿de dónde provienen las cosas que adquirimos, utilizamos y consumimos o a dónde van a parar? La dinámica propia de la vida diaria, en donde nuestro actuar procede de manera rutinaria al estar inmersos en un sistema capitalista que nos obliga a ganar más para consumir más y, en base a eso, determinar un status, nos ha convertido en  una sociedad de consumistas compulsivos.
El consumismo se refiere a la acumulación compra o consumo de bienes y servicios considerados no esenciales. Éste, es consecuencia directa del capitalismo y tiene sus orígenes en el desarrollo del siglo XX y con mayor auge en el siglo XXI con el impulso de la publicidad, la mercadotecnia y los nuevos mecanismos de venta surgidos con las nuevas tecnologías como el internet y los medios masivos de comunicación.
 
La sociedad de consumo en la que vivimos se mueve a través de un sistema conocido como la economía de los materiales que contempla desde la extracción,  producción, distribución, consumo, disposición y finalmente al desecho. Pareciera algo muy simple y funcional que no corresponde mas que a las leyes de mercado:  a la oferta y la demanda. Lo cierto es que este sistema no apunta que desde la extracción (explotación de recursos naturales) de los materiales para fabricar los productos hasta su desecho una vez utilizados no establece sustentabilidad alguna es decir, es un sistema lineal, lo cual es verdaderamente preocupante ya que la utilización de recursos no renovables o aquellos que son consumidos mucho más rápido de lo que la naturaleza pueda recrearlos son utilizados a lo largo de todo el procedimiento, esto nos lleva a la conclusión de que la naturaleza se está agotando y lo demuestra con trastornos climatológicos derivados del calentamiento global.
 
Y es que detrás de la elaboración de cada producto existe el deterioro al medio ambiente, pues para su fabricación existe la utilización de combustibles, recursos naturales, gente, etc. Es decir, no es simplemente sacar un artículo al mercado, es lo que conlleva hacerlo. Por si esto fuera poco, el implemento de materiales no biodegradables, transgénicos etc., que son  incluso tóxicos para la salud humana, haciendo de la Responsabilidad Social Empresarial una utopía en nuestro país, ya que empresas que se presumen como comprometidas con su entorno, en los hechos resultan perniciosas para el medio ambiente: tal es el caso de Coca Cola, cuya fama de destructora de mantos acuíferos en México y en el mundo es ampliamente conocida en círculos de activistas por la ecología.
Mención aparte merece la triste tendencia empresarial de la obsolescencia programada, que consiste en diseñar productos de consumo con un término de vida útil planeado por el fabricante para que se vuelva obsoleto, no funcional, inútil o inservible, de tal suerte que el consumidor se vea en la necesidad de comprar un sustituto.
 
Esta dinámica, a lo largo de los años a causa de un consumo irresponsable, pero sobre todo de una producción desmedida ha sobreexplotado nuestros bosques y mares, obligando a las empresas a buscar  recursos naturales para la fabricación de más y más productos, lo cual trae consigo como consecuencia directa que la gente que originalmente habitaba en dichos lugares emigren en la búsqueda de un sostén económico: en la mayoría de los casos no les queda alternativa que sumarse a la plantilla laboral de la fábrica que destruyó su hábitat, contribuyendo así a esta “economía de los materiales”, entonces esa gente que otrora se dedicaba al cultivo de la tierra, la producción agrícola o ganadera se incluye en una dinámica capitalista, en un círculo vicioso de producción - consumo - deshecho sin renovación.
 
De seguir en este paso, algunos expertos han previsto que no faltan muchos años para que nuestra vida tal y como la concebimos hasta hoy cambie para mal de las generaciones venideras. Incluso, el vaticinio de las guerras por el agua y cuestiones similares no distan mucho de una realidad próxima.
 
Ante esto, existen corresponsabilidades: la primera es la de los gobiernos de exigir a las empresas sustentabilidad y la utilización de alternativas energéticas amigables con el medio ambiente; de las empresas, la generación de un sistema económico circular que retribuya al medio ambiente en igual o mayor proporción a lo extraído y; de los ciudadanos el consumo responsable y la concienciación acerca del cuidado al medio ambiente. Es responsabilidad de todos, hagamos nuestra parte y contribuyamos a la preservación de nuestro planeta para la nuestra y las futuras generaciones.

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