lunes, 26 de junio de 2017

PRI; reconocer para rectificar, cambiar para no perder.


Por: Luis Villarreal Gil   

"Ni todo lo viejo, es malo; ni todo lo nuevo, es bueno"

En democracia se gana y se pierde, la competencia política por el poder es alentadora y necesaria, el buscar la aceptación de la voluntad ciudadana nos llama a hacer bien las cosas, a tener buenos gobiernos, a ser cada vez mejores en lo que hacemos y a hacer política cada vez de mayor calidad.

Ganar o perder en las urnas es parte del proceso que se fortalece con la participación ciudadana, en los próximos meses en nuestro país se esperan tiempos de confrontación electoral en la búsqueda de obtener el poder político, debiendo partir de la base de que el escenario general nos indica que cada contienda está impregnada de sucesos y características muy particulares.

En atención a los datos específicos del contexto político actual, se hace necesario para el PRI, el análisis y la reflexión del comportamiento del elector en los últimos años con miras a la generación de una ruta que resulte eficaz en el corto plazo, para la consolidación de un proyecto competitivo de rentabilidad electoral, de lo contrario el futuro es desesperanzador.

De los procesos recientes, a partir de 2016 el PRI viene sufriendo de una pérdida gradual de las preferencias electorales; perdió 7 de las 12 gubernaturas en disputa; 2017 si bien se logró mantener el Estado de México y Coahuila, ambos de los últimos bastiones del priismo nacional, la diferencia fue mínima y el costo para mantenerlos demasiado elevado, el PRI aunque ganó perdió gran cantidad del llamado “voto duro”.

Reconocer un problema es el primer paso para darle solución, si bien, en lo general hay descontento social por las cuestiones políticas y los partidos, hay una marcada tendencia en contra del PRI, se requiere de objetividad para afrontar las causas y consolidar un proyecto competitivo con miras a 2018 capaz de mantener el poder en la presidencia de la República y otros espacios, máxime que enfrentara por un lado a Morena y el movimiento “López Obradorista” que hoy según las encuestas  y los resultados es una de las principales fuerzas, para muestra, el Estado de México.
Por otro lado, la posibilidad de alianza entre el PAN y el PRD que se ha dejado ver entre las dirigencias nacionales de ambos partidos, en donde de configurarse este supuesto escenario, el PRI aun y con sus partidos aliados, enfrentaría el  proceso en una desventaja estructural y con las preferencias en su contra.  

Así las cosas para el PRI se tornan un tanto complicadas, su peor error sería no reconocerlo, sin embargo también debe reconocerse que es el partido en el poder y desde el poder aún con todo en contra es posible construir triunfos electorales y si alguien sabe cómo hacerlo, ese es precisamente el PRI.

La agenda que viene debe construirse en el consenso con un llamado firme a la unidad, al reencuentro y la reconciliación entre las bases, a la institucionalidad y el respeto de la militancia, al trabajo conjunto y la voluntad política, a desterrar las improvisaciones y el oportunismo, a la definición de candidaturas de probada calidad moral y política, sin presiones de grupos, de ambiciones personales o intereses ocultos, el PRI pierde cuando se enfrenta a sí mismo.

El reto es rectificar el rumbo no solo para asegurar triunfos electorales, rectificar el rumbo para recuperar la confianza ciudadana, rectificar el rumbo para volver a abanderar las grandes causas que le dieron vida a este instituto político, solo así.


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