martes, 7 de julio de 2015

¿Qué les pasó a los partidos políticos?

Por: Luis Villarreal Gil               @luisvillarrealg

En la pasada entrega de esta colaboración, hacía referencia sobre la necesidad de instaurar nuevos mecanismos para la promoción del voto en las campañas electorales a partir de la Reforma, cuyas implementaciones rigieron por primera vez el pasado proceso del 7 de Junio en donde los participantes debieron adaptarse a nuevos procedimientos.

Con afán de abonarle al tema de la promoción, mismo que por su complejidad puede ser analizado desde diferentes ángulos que de alguna u otra forma inciden en un comportamiento electoral determinado, considero importante hacer referencia a los partidos políticos y su participación en el sistema político mexicano.

Dice Sartori, un partido es “cualquier grupo político identificado por una etiqueta oficial que presenta en las elecciones candidatos a cargos públicos”. Un poco de historia: Tras la fundación del PNR en 1929 (antecedente del PRI) se dio por concluida la etapa del caudillismo para dar comienzo a la era de las instituciones en aras de la “estabilidad política”, diez años más tarde en 1939 se fundaría el PAN, conservador, inspirado por los principios de la Doctrina Social Cristiana, y posteriormente provenientes de la corriente democrática del PRI tras fusionarse con diversas organizaciones de izquierda de aquel entonces, en 1989 surge el PRD.

Estos tres partidos, son considerados como las principales fuerzas políticas en la actualidad, pasado el reciente proceso electoral, tras la pérdida del registro del PH y del PT por no haber alcanzado el porcentaje requerido, actualmente existen ocho partidos de participación nacional  debidamente registrados, todos con un origen diverso, con sus propios postulados y sus formas de hacer política y todos nacidos con el propósito de la representación de un sector social determinado, enarbolando una causa que se refrenda con el voto de la gente que en ella se identifica, esa es su esencia de origen.

Importante establecer estos breves antecedentes de la composición del sistema de partidos, pues hasta antes de la reforma, representaban la única vía para el acceso al poder, hoy, las candidaturas independientes vinieron a significar una alternativa para el elector, ejemplificada con el triunfo del “Bronco” en Nuevo León, el éxito de esta figura responde en gran medida a lo deteriorado del sistema de partidos, ante la falta de confianza y de credibilidad del ciudadano hacia la clase política, según Denise Dresser –  90% de mexicanos considera que los partidos son corruptos – es decir, los mexicanos no ven a la clase política como  instrumento para velar por sus intereses, al contrario, la percepción es, que el sistema de partidos se ha convertido en una carga muy costosa del aparato gubernamental que atiende solo intereses de diversos grupos y ciertas personas.

            Y con justa razón; durante los últimos años se instauró en nuestro país un procedimiento democrático en donde la promoción del voto se ejerce despensa por delante, acostumbramos al elector a “vender” su voto al mejor postor y sacar provecho en el corto plazo, “Usted agarre todo lo que le den pero a la hora de votar no me olvide” - reza el speech de algunos candidatos -  no es que este bien, pero es una realidad, existe tal carencia de convicción hacia las causas sociales, del ciudadano y de políticos que brincan de un partido a otro para dar curso a sus propios intereses. El sistema se encuentra tan prostituido, que no es extraño que figuras como la “Independiente” causen tanto revuelo, representa una forma de rechazo del elector hacia el sistema, tal como el voto nulo.

            En este contexto se da la promoción del voto, ese es el gran problema al que nos enfrentamos los partidos políticos, durante mucho tiempo cambiamos despensas por ideología, hoy la gran mayoría de la gente no vota convencida de un proyecto, razón por la cual no se legitima el actuar gubernamental, el ciudadano no se siente representado por quienes llegan al poder, es necesario, un replanteamiento para buscar preferencias electorales, una promoción que resulte atractiva a una causa, a un partido o a un candidato, una promoción que llegue a mover fibras sociales con ideas y propuestas no así con dádivas ni demagogia.  


Ganarse nuevamente la confianza del ciudadano, devolverle la credibilidad a políticos y partidos, no es una tarea fácil, pero representa un gran reto para consolidar mejores gobiernos, mayor igualdad y bienestar colectivo… hay que hacerlo.

viernes, 3 de julio de 2015

Ganar elecciones a partir de la Reforma Política

Por: Luis C. Villarreal Gil                   @luisvillarrealg

Hace tres años, en enero de 2012, tuve por primera vez en mis manos la primera edición de una publicación de mi autoría denominada “Manual del Activista Político; para una promoción efectiva” la cual contiene una serie de procedimientos, adquiridos en base a la propia experiencia, sobre la forma de llevar a cabo la promoción del voto en una campaña electoral, y como sobrellevar el trabajo del equipo de campaña desde su inicio hasta el día de la votación.

En este entonces, hasta ese momento el procedimiento establecido en el manual resultaba una guía práctica y eficiente para la capacitación de los equipos de campaña en sus diferentes ámbitos de competencia. Dicho manual, ese mismo año fue implementado para la capacitación que el Comité Ejecutivo Nacional del Partido Verde Ecologista de México impartió a sus estructuras en todo el país. Hoy, a tres años, después de la Reforma en materia electoral, el procedimiento de las campañas electorales es totalmente distinto, me quedó en el tintero la publicación de la segunda edición del mismo, por considerarlo ya obsoleto a las nuevas formas que producto de la Reforma fue preciso implementar, como así pudimos percatarnos en el recién pasado proceso electoral federal, en donde todos los involucrados en la realización de este ejercicio democrático (partidos políticos, INE, candidatos, consultores, etc.) debimos aprender y por supuesto evolucionar y adaptarnos a la nueva forma de realizar actos y campañas de proselitismo y de la política en sí.

La promoción del voto tal y como la concebíamos quienes hemos tenido la oportunidad de participar directamente en su realización ya no es posible llevarla a cabo de la misma manera, cambio en la forma, en el fondo sigue siendo una cuestión numérica, gana quien tiene más votos.

En mi opinión, ha cambiado en gran medida el procedimiento a razón de dos situaciones muy importantes:
1.- Hoy como nunca la Ley le otorga facultades y atribuciones al INE para la fiscalización de las finanzas de los partidos políticos relativas a los procesos electorales y las campañas de los candidatos, situación ante la cual, trátese del partido que fuere, vino a tener que limitar los recursos que antaño se ejercían en el territorio para el “convencimiento” del potencial votante, desde el utilitario hasta una disminución considerable de los equipos, eventos masivos, movilidad, imagen, etc. en otras palabras, el rebase de los topes de campaña – motivo de cancelación del registro - hoy cobró una singular importancia tanto por la rigurosidad que el INE implementó en la vigilancia, como por la observación de partidos contrarios a la espera de cualquier error para interponer una queja.
2.- A la falta de recursos, otro de los factores que inciden es el corto tiempo en que hoy en día se viven los procesos electorales, es imposible llevar a cabo una campaña de proselitismo que logre abarcar en su totalidad un distrito, un municipio o un estado con la presencia y el mensaje del candidato, situación que vino a afectar a todos los partidos pero aún más a aquellos de recién formación que no cuentan con una estructura firme para consolidar un proyecto en el corto plazo y la disparidad que hay entre ellos y los llamados partidos “grandes” en cuanto a su presencia en medios de comunicación, recursos, militancia,  estructura, etc.

Así pues, la falta del ejercicio de los recursos y el tiempo son factores a considerar en la formulación de las estrategias de los próximos comicios, los partidos “grandes” no pueden echar mano de los recursos, no porque no los tengan sino porque la ley los limita, es decir, ya no es posible tal derroche de prebendas que a diestra y siniestra se sabe ejercían sin ninguna penalidad y los partidos “chicos” aunque quisieran, no cuentan con tales recursos ni tiempo para convencer a la mayor cantidad posible de votantes.

 Tal situación vino a obligar la realización de campañas más ingeniosas, con más estrategia y con un mayor trabajo previo a la elección en lo referente a la conformación de la estructura y la generación de adeptos, además de la formación, impulso y proyección anticipada de posibles candidatos que sean forjados en base al trabajo en las calles, con la gente. En otras palabras, los procesos electorales hoy en día deben ganarse antes de que dé inicio el proceso electoral, cuando la fiscalización no es tan rigurosa y cuando se cuenta con el tiempo necesario para llevar a cabo un posicionamiento estratégico en el campo, una vez que dé inicio la campaña debe contarse ya con un candidato posicionado en imagen y propuesta, un padrón de votantes convencidos y una ruta de reforzamiento y acciones para que la campaña sea mero trámite para consolidar el proyecto.

A partir de la reforma, los partidos, candidatos y todos quienes nos dedicamos a realizar acciones de estrategia y de proselitismo, nos estamos viendo en la necesidad de encontrar nuevos mecanismos para la realización de una promoción más efectiva que redunde en triunfos electorales, como ejemplo, está el fenómeno causado por la candidatura de Cuauhtémoc Blanco en Cuernavaca, planteada en un inicio para incrementar la votación del PSD – con ello sus prerrogativas y posiciones – y que resultó en el triunfo del futbolista sobre las estructuras “consolidadas” del PRI, PAN y PRD dado el posicionamiento de este conocido deportista y sumado a esto el hartazgo que la gente tiene a las estructuras de partido tradicionales dándole con ello mayor efectividad a su voto para premiar o como en este caso castigar.

Ese tipo de estrategias son las que vendrán a dar nuevos triunfos electorales, ese es el punto preciso del nuevo papel del proselitismo y las nuevas formas de hacer campaña, ingenio y estrategia para ganar, a final de cuentas ese es el objetivo y el papel fundamental de los partidos políticos, ganar elecciones, si quien llega al poder es bueno o es malo, será el mismo elector quien así lo determine, en última instancia si es un actor, un payaso, un futbolista o un independiente será porque el votante seguramente así lo quiso.

“Manual del Activista Político”
http://issuu.com/grdarmendariz/docs/luisvillarreal.manualdelactivista